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domingo, 27 de febrero de 2011

´El mayor esperpento del 23-F es que fue Tejero el que hizo que no triunfara´


José Luis Pitarch cuestiona el desconocimiento del rey de lo que sucedió hace 30 años

F. Guijarro Palma

Diario de Mallorca

22/02/2011

El carácter esperpéntico del golpe del 23-F, las dudas respecto a si el Rey tenía o no conocimiento de lo que iba a suceder, y las deficiencias de la Transición española fueron algunos de los pilares sobre los que ayer giró la intervención de José Luis Pitarch, presidente de la Unidad Cívica por la República en España y ex militar de la UMD, en el Club Diario de Mallorca. Y en su opinión, ese carácter esperpéntico queda reflejado en el hecho de que, en su opinión, el propio ex teniente coronel de la Guardia Civil, Antonio Tejero, terminara convirtiéndose en uno de los principales responsables de su fracaso.

En concreto, Pitarch recordó que Tejero impidió que el general Alfonso Armada entrara en el Congreso para hablar con los diputados, y consideró que la intención de este último era convencer a los representantes políticos de organizar un Gobierno bajo su presidencia pero con representantes de todos los partidos. "Si eso hubiera aparecido en el Boletín Oficial del Estado no sabemos cómo habría acabado todo".

El presidente de la UCxR también puso en duda el desconocimiento que el Rey pudiera tener de todo lo que iba a suceder, y recordó que los dos principales militares implicados, como eran Alfonso Armada y Jaime Milans del Bosch, se caracterizaban también por ser extremadamente monárquicos.

Según Pitarch, la intención inicial era dar "un golpe blando" que concluyera con un Gobierno presidido por un militar pero con miembros de todas las formaciones políticas. Sin embargo, las imagenes de tanques en las calles y de lo sucedido en el interior de la Cámara trastocaron esos planes, al dar una imagen de golpe duro, lo que en su opinión hubiera obligado a Don Juan Carlos a "salir" del plan, "en el caso en que hubiera tenido conocimiento de él". Eso permitió, además, ofrecer la imagen de "Rey salvador", según indicó.

El presidente de la UCxR cuestionó también el posterior juicio, y se mostró extremadamente crítico con el hecho de que militares que habían sido partidarios del golpe hubieran sido ascendidos y algunos llegado a general, trato que en ningún caso se tuvo con los que pertenecieron a la Unión Militar Democrática (UMD), ni siquiera a título póstumo.

Según José Luis Pitarch, se llegó al 23-F por diversos factores, como la existencia de un Ejercito que todavía consideraba tener derecho a veto sobre la evolución política, que además era el objetivo del terrorismo y que veía el Estado de las Autonomías como un claro riesgo de fragmentación de España.

En cuanto a la Transición, señaló que "los franquistas les dijeron a los demócratas que si querían celebrar elecciones debían aceptar todo el paquete, incluida la Monarquía, y que en caso contrario los militares seguirían en el poder algunos años más e incluso podrían acabar algunos en la cárcel".

Además, subrayó que "España es el único país de Europa con una absoluta impunidad del fascismo", y recordó que el Partido Popular tiene como presidente a una persona "que firmó condenas de muerte".

En su opinión, esta Transición "pactada y controlada" es la que ha conducido a una Ley de Memoria Histórica "que no se atreve a llegar hasta donde debería".

Convocatoria de referéndum

José Luis Pitarch se declaró partidario de la convocatoria de un referéndum para determinar si Felipe de Borbón debe llegar a Rey, y acusó a la institución monárquica de vulnerar la declaración de los Derechos Humanos respecto a la igualdad entre todas las personas, e incluso la Constitución española en la que se recoge que el acceso a los cargos públicos se hará por mérito y capacidad.

En relación a este punto, consideró que en España comienza a desarrollarse un movimiento en favor de una III República, y defendió ante los presentes la necesidad de movilizarse y darse a conocer.

En este acto participó también el presidente de la UCxR en Balears, Miguel Mascaró, que recordó la defensa que esta organización hace de los "valores democráticos y republicanos". La presentación corrió a cargo del abogado laboralista Ferrán Gomila.

http://www.diariodemallorca.es/mallorca/2011/02/22/mayor-esperpento-23-f-tejero-hizo-triunfara/647531.html

* En la fotografía, de izquierda a derecha, Ferrán Gomila, José Luis Pitarch y Miguel Mascaró.

viernes, 25 de febrero de 2011

Siete preguntas sobre el 23-F


Ignacio Escolar

Escolar.net

24/02/2011

Habla Juan Carlos de Borbón: “Se conoce toda la verdad y si no se la inventan por ahí”. Sin ánimo de entrar en conspiranoias, a mí me siguen quedando al menos siete preguntas sobre lo que pasó después con los golpistas.

1. ¿Por qué únicamente se juzgó a 33 personas por el 23-F, cuando sólo en el asalto del Congreso participaron más de cien militares, entre soldados y guardias civiles? ¿Por qué se aceptó el acuerdo de rendición de los golpistas –el llamado “pacto del capó”– a pesar de que no tenía validez legal alguna?

2. ¿Por qué ni siquiera fueron procesados varios oficiales del Ejército que también asaltaron el Congreso?

3. ¿Por qué el Gobierno de Felipe aplicó después todo tipo de beneficios penitenciarios?

4. ¿Por qué en 1987, a los seis años, sólo quedaban entre rejas cuatro golpistas?

5. ¿Por qué el Gobierno indultó al general Alfonso Armada en 1988, cuando sólo había cumplido una cuarta parte de su condena? Su abogado argumentó que padecía “una enfermedad grave e incurable” y ahí lo tienen, con su mala salud de hierro. Ayer dijo que está “satisfecho” de lo que hizo.

6. ¿Por qué la Fiscalía no se opuso a la excarcelación de Jaime Milans del Bosch y Ussia en 1990, cuando sólo había cumplido un tercio de su condena, a pesar de su nulo arrepentimiento? “Volvería a hacer lo mismo. La situación de España era y sigue siendo más grave que la de 1936”, aseguró en una entrevista a Interviú, en 1985.

7. ¿Por qué los golpistas que fueron expulsados del Ejército y la Guardia Civil (menos de la mitad de los condenados, la mayoría se reincorporó) siguieron cobrando el 80% de su sueldo base en concepto de “derechos pasivos”? ¿Por qué Tejero todavía hoy cobra ese salario?

http://www.escolar.net/MT/archives/2011/02/siete-preguntas-sobre-el-23-f.html

jueves, 24 de febrero de 2011

Víctor Sampedro: "Sin el golpe estaríamos en un estado federal"


El catedrático de Opinión Pública y Comunicación Política considera que con el 23 F se acabó con una transición "que podría haber llevado esta democracia muchísimo más lejos de donde está ahora"

Julia Gas / Javier Pérez Martínez

Público

22/02/2011

¿Cómo están tratando los medios convencionales este 30 aniversario del 23 F?

El segundo periódico de tirada nacional tituló: "En Bahrein piden un rey como Juan Carlos"; algo que desapareció inmediatamente de la versión online. Una información no contrastada volvía a colocar al rey como el piloto ideal de cualquier transición democrática. Por una parte, un alarde de figura política que no se corresponde con la realidad. Y por otra, una banalidad absoluta. Parecida a los recopilatorios sobre ‘qué hacías la noche del 23-F', los líderes actuales cuentan qué hacían en sus vidas privadas y cómo, al igual que el resto de la población, no se implicaron en el curso de los hechos.

¿Cree que entonces se acabó la transición y comenzó la democracia?

Lo que acabó fue una transición que podría haber llevado esta democracia muchísimo más lejos de donde está ahora. El 23-F abortó la potencia regenerativa de esta sociedad, con dos discursos oficiales muy contradictorios. No se puede sostener al mismo tiempo que Tejero era un payaso sin ningún tipo de apoyo y que el monarca abortó un golpe de estado de consecuencias trágicas. Una cosa u otra. Estas historias son verdades, pero verdades a medias. Son verdades que ocultan una verdad todavía más profunda. Tejero no era el hombre clave de los golpistas. Y el rey se enfrentó al verdadero golpe (un gobierno de coalición en torno a Armada) cuando vio que fracasaba, precisamente por la astracanada de Tejero.

¿Cuál fue el verdadero papel del rey?

Está escrito y firmado por activa y pasiva. El rey participó en una representación. Como todo acto político, su intervención tuvo mucho de teatro. Viendo que los tiros y exabruptos de Tejero en el Congreso invalidaban la ‘operación De Gaulle' en torno a Armada, se escenificó que el rey ponía la Constitución por delante de la Corona. Algo falso en los meses previos y en el 23-F. Las muchas horas que pasan antes de su intervención son horas de consulta. Para saber si los capitanes generales se suman al tejerazo, si Armada logra reconducir las cosas... Cuando hay constancia de que nada de eso ocurrirá, entonces toma una postura pública a favor de la democracia, recordando cómo los Borbones pagaron con el exilio su apoyo a la dictadura de Primo de Rivera . Lógico en un monarca: primero mira por su linaje y luego ve en qué régimen sale adelante.

¿Nadie cuestionó la figura del rey en ese momento?

Sí. Según el teniente coronel Amadeo Martínez Inglés -conocido por sus ideas republicanas- la cuestionan sobre todo los militares fascistas porque el rey traicionó a sus compañeros de armas. También le cuestiona una izquierda republicana que, a partir de entonces, pasa a ser extra-parlamentaria. Cuestionan al rey quienes, según Javier Cercas en su libro Anotomía de un instante, no fueron capaces de traicionar sus ideales. Habla de que éste es un país de héroes de la traición. Así es como retrata (y alaba) a Suárez, a Gutiérrez Mellado y a Carrillo, pero no al rey. ¿Insinúa Cercas que el rey no tenía ideales?

¿Cuál fue el objetivo del golpe?

Existen dos golpes en marcha que son barajados por la Corona y la clase política. El primero lo encabeza Tejero y una trama civil muy ligada a los restos del Movimiento Nacional franquista. Al mismo tiempo existe una búsqueda, por parte de la clase política y del monarca, de un gobierno de concentración nacional, que no era constitucional. Se deja que ambos planes continúen paralelamente, e incluso se mantiene la ambigüedad de que se puedan fundir en un momento dado. Es la precipitación de Tejero la que desbarata absolutamente todo. Los servicios secretos (el CSID, actualmente CNI) dejan que los dos golpes salgan adelante y el rey opta por asumir el protagonismo cuando ya no había forma de encauzar las cosas.

¿Cuáles son las consecuencias de ese 23-F?

Lo que ocurre es muy significativo para la marcha posterior de este país. La definición del modelo territorial sufre una regresión considerable. Si en 1981 las cosas hubieran continuado como iban estaríamos, casi seguro, en un estado federal. Además, el golpe fue utilizado por el PSOE como razón de permanencia en la OTAN, porque esto "democratizaría" a un ejército como el de Franco, socializado en el autoritarismo, la represión y el control de la población. Hay un alineamiento total con EEUU tras el referéndum de la OTAN, en el que González amenazó con dimitir (con el miedo a otro 23-F) si la población no aceptaba unas condiciones de permanencia que han sido desde entonces siempre incumplidas. El 23-F y el viaje posterior del rey a EEUU suponen una restauración borbónica. Todo eso frente a un ideal de socialdemocracia no alienada, al estilo escandinavo, que era el sueño de la población y que es abandonado por un PSOE entregado al posibilismo.

¿A qué se debe la desmovilización de entonces?

El principal legado de la dictadura es el miedo. Miedo a una represión que no tiene parangón con otro gobierno autoritario, tanto en extensión de años como en ensañamiento con los vencidos [de la guerra civil]. La destrucción de organizaciones ciudadanas que se produce tras cuarenta años es tal que hay un pavor tremendo a la involución. Asimismo, una democracia estable, según los padres de nuestra constitución y la clase política española, está reñida con la movilización. Y esto es un error de cultura política tan grave... No existe ninguna democracia viva merecedora de ese adjetivo sin una ciudadanía movilizada.

¿Cómo vivió aquel día la opinión pública?

Mientras en Madrid y Valencia salieron los fascistas a la calle, la oposición parlamentaria se escondía en el suelo de los tiroteos o preparaba su exilio. El contraste no puede ser mayor con otro momento de crisis. El 13 de marzo de 2004 [tras los atentados del 11-M] las nuevas generaciones hicieron uso de las nuevas tecnologías y defendieron la democracia como no lo habían hecho ni el monarca ni el país en 1981. Lo cual implica que el 13-M acabó con la cultura impuesta el 23-F. Un cambio generacional muy importante, que está teniendo consecuencias.

A los jóvenes, a veces, se les echa en cara quejarse de esta democracia...

Los jóvenes ya no están dispuestos a aceptar una democracia regalada y a que no se les reconozca ningún papel (ni previo ni actual) en profundizar en un modelo que se da como cerrado y perfecto. Cuando mis alumnos vuelven de la beca Erasmus, se dan cuenta de que aquí no ven reconocidas ni su valía laboral ni la dignidad ciudadana. Se saben en una sociedad imperfecta y en una democracia donde la implicación activa, al margen de los partidos (y, además, mayoritarios) está penalizada. Siendo como es la savia de una democracia viva, digna de tal adjetivo.

¿Cómo se podría abrir el debate para que avance la democracia?

Hagamos un reajuste generacional, empezando en nuestras casas. No hablemos tanto de la guerra y centrémonos en los cuarenta años más cercanos. En la dictadura sólo derramaron sangre el dictador y sus matarifes. ¿Por qué son tan difíciles de asumir dos cosas que parecen evidentes? Que ciertos consensos fueron útiles y, en su tiempo, sirvieron para evitar mayores conflictos. Y que aunque, hubiese que traicionar entonces muchos ideales ahora necesitamos recuperar al menos uno. O consideramos el antifascismo, la implicación democrática frente al autoritarismo, como semillas de democracia o no existe democracia posfranquista.

miércoles, 23 de febrero de 2011

El silencio sobre el 23-F


Andrés Aberasturi

Europa Press

22/02/2011

Treinta años ya y sigo sin poder ver las imágenes de la entrada de Tejero en el Congreso sin que me escueza el alma. Treinta años y ni se sabe cuántos libros leídos sobre aquella noche trágica y a la vez esperpéntica -vergonzosa en todo caso- sin que hasta hoy tenga ninguna certeza de cómo, cuántos, quiénes estuvieron detrás de aquel disparate que nos pudo costar la libertad. Y es curioso como las editoriales titulan o subtitulan sus publicaciones: "23-F, la historia no contada" de José Oneto, "23-F, el Rey y su secreto" de Jesús Palacios o "Adolfo Suárez, la historia que no se contó" de Juan Francisco Fuentes. Y pese a que tantos compañeros -habría que hablar también de Jáuregui y Cernuda con su "23-F: la conjura de los necios" o de Cercas y su "Anatomía de un instante") a pesar, digo, de tanto compañero contando lo que nadie contó, todo o mucho de lo ocurrido aquella fecha y en los días anteriores, sigue siendo un misterio.

Pero hay dos frases especialmente graves y que le ponen a uno los pelos como escarpias. La primera me la dijo el propio ex presidente Calvo-Sotelo en una entrevista para RNE muchos años después del intento de golpe. Al preguntarle yo por qué la investigación de la trama civil se quedo sólo en aquel histriónico García Carrés, don Leopoldo me vino a decir que fue una decisión casi personal suya por el bien de la democracia. Y no le pude sacar de ahí. La otra frase inquietante la relata Jesús Palacios en su libro antes reseñado y viene a cuento de la cantidad de cintas que se grabaron aquella noche y que a día de hoy la inmensa mayoría siguen sin conocerse; pues bien, según Palacios, Juan José Rosón, entonces ministro de Interior, llegó a decir que su contenido era dinamita y que lo mejor para la estabilidad de la democracia era que jamás se conocieran.

Naturalmente es imposible estar de acuerdo ni con el ex presidente ni con el ex ministro y aunque se pudiera entender en aquellas fechas, después de tres décadas uno cree que existe la obligación moral de hacer publicas esa cintas y lo que se investigara -y luego se callara- de una trama civil más amplia que sin duda existió. ¿Por qué nadie en el Congreso pide al Gobierno que se desclasifiquen o se hagan públicos todos los datos del intento de golpe? ¿Quién tiene miedo y de qué? ¿Qué presiones existen aun para que sigan apareciendo libros y recreaciones de unos días de los que tan poco sabemos? Han cambiado muchas cosas desde entonces pero algunas permanecen inalterables: los partidos políticos, la Corona y el CESID que sólo ha variado el nombre. ¿Habrá que buscar en lo que aun perdura las razones para el silencio?

http://www.europapress.es/opinion/andresaberasturi/andres-aberasturi-silencio-23-20110222120034.html

martes, 22 de febrero de 2011

Palacios: «El 23-F fue una operación del Estado con la aquiescencia del rey»


El periodista dice que fue un golpe del sistema contra el sistema, para corregir la deriva negativa de la Transición

F. Franco

La Opinión de Zamora

19/02/2011

«El 23-F fue una operación institucional del Estado con la aquiescencia del rey. Dicho de otro modo, fue un golpe del sistema contra el sistema, para corregir el sistema, que es como decir corregir la deriva negativa de la Transición. Fue ampliamente consensuado con la nomenclatura política e institucional».

Presentado por el periodista Javier González Méndez, éste inició la ronda de preguntas inquiriendo si Suárez había sido utilizado como un kleenex por el rey. Según Palacios el ex presidente de Gobierno había tenido una primera etapa de uña y carne con el monarca pero se distancian a partir de 1979. «En realidad -afirma-, a Suárez ya lo atacaba de forma despiadada la oposición, lo repudiaban los suyos dentro de UCD y los militares no le perdonaban que los hubiese engañado con la legalización del Partido Comunista, aquel 9 de abril de 1977». Los servicios de inteligencia del CESID, según Palacios, arbitraron una fórmula incierta dentro de la Constitución con el apoyo implícito de Estados Unidos: la «operación De Gaulle». Se trataba de crear una situación militar extrema para que los diputados, antes de someterse a un golpe de Estado, votasen un Gobierno de salvación nacional presidido por un general de prestigio. Según Jesús Palacios, «el general Armada era el hombre políticamente bendecido por todas las fuerzas políticas, especialmente por la cúpula del PSOE, para resolver la gravísima crisis del sistema semanas antes del 23-F». Sobre el grado de conocimiento o implicación del rey, Palacios asegura que don Juan Carlos repitió en 1980 varias veces la frase: «¡A mí dádmelo hecho!».

Los militares. Lo que afirma Palacios, autor en la editorial Libros Libres de «23-F, el rey y su secreto», es que no fue un golpe de involución ni lo tramaron militares descontentos. Al contrario, destaca cómo las Fuerzas Armadas permanecieron leales a la Corona durante toda la Transición. Armada tenía que ser presidente de un Gobierno de excepción, en el que habría representación pluripartidista. El Cesid fue el eje de la operación, y Estados Unidos dio su apoyo. Todo el arco parlamentario con el PSOE de Felipe González a la cabeza - «sin cuyo asentimiento no se hubiera llevado a cabo la operación» - apoyaban la formación de un gobierno de concentración cuyo objetivo era el redondeo de la Transición y de la propia democracia».

Un caos alrededor. Había que poner orden en plena descomposición de la UCD. Suárez, ya en el año 80, era un problema para la democracia: es un año de gran vacío de poder. Así, la nomenclatura política -de Felipe González a Manuel Fraga, de la Conferencia Episcopal a la CEOE y los barones de la UCD- hace presión sobre las más altas esferas para reformar la Constitución, quitar de ella el término «nacionalidades», corregir el Título VIII, que regula el sistema autonómico y reconducir a los nacionalismos mediante la reforma de la ley electoral.

Una doble fase. La operación se desarrollaría en dos fases, según Palacios: la primera al margen de la legalidad institucional con un «supuesto anticonstitucional máximo» que sería encarnado por el teniente coronel Tejero con una imagen de elemento de involución; la segunda fase, que fracasó, llevaría al general Armada al Congreso donde desalojaría a Tejero y haría aprobar por toda la cámara la propuesta de gobierno de concentración previamente consensuado por los grupos. «Tejero -explica-, a quien no le han explicado todo el desarrollo del plan, ve quiénes formarían aquel Gobierno (con González en la vicepresidencia) y niega el paso a Armada. En aquel momento todo termina y todos los que estaban involucrados se desentienden y señalan a Armada como el gran traidor».

Cosa de Tejero. El guardia civil sublevado quería una Junta Militar presidida por Milans, es decir, una fórmula similar a la de Primo de Rivera en 1923. El coronel Tejero, sublevado en Madrid, no obedeció a Armada. La «operación De Gaulle» a la española fracasó y todo el tinglado del CESID se vino abajo, según Palacios.

domingo, 20 de febrero de 2011

«Manuel Prado, el amigo del Rey, organizó la conspiración del 23-F»


«Un alto consejero de la Embajada de EE UU, que luego resultó ser el jefe de la CIA en España, me advirtió 24 horas antes del golpe de que se tramaba algo»

Con la publicación de esta entrevista al profesor Manuel Pastor, LA NUEVA ESPAÑA inicia hoy una serie especial sobre el fallido intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, acontecimiento histórico del que ahora se cumplen treinta años. Protagonistas y expertos de aquel episodio registrado durante la investidura del presidente Leopoldo Calvo-Sotelo aportarán cada día en este periódico perspectivas inéditas que ayudarán a arrojar nuevas luces sobre unos hechos que han supuesto la mayor amenaza a la democracia.

Entrevista a Manuel Pastor, director del departamento de Ciencia Política de la Complutense y dirigente socialista durante el golpe.

Isabel Bugallal

La Nueva España

18/02/2011

En vísperas del 23-F, Manuel Pastor, entonces miembro de la comisión internacional del PSOE, mantuvo contactos con el embajador de EE UU en España, Terence Todman, y con un alto consejero, Allen Smith, destacado agente de la CIA. Smith advirtió a Pastor 24 horas antes del golpe de que se estaba tramando «algo» con la anuencia del Rey y del Partido Socialista y que el muñidor era Manuel Prado y Colón de Carvajal, diplomático, amigo y administrador privado del Monarca, años después condenado por el «caso Torras».

-¿Manuel Prado y Colón de Carvajal, el amigo del Rey, tuvo relación con el 23-F?

-Yo escribí un artículo al hilo del libro de Jesús Palacios («El 23-F. El Rey y su secreto»), en el que profundiza todavía más después del anterior («El golpe del CESID»). Palacios, aunque lo menciona, no llega a perfilar el papel de Manuel Prado y Colón de Carvajal. Yo había conocido al entonces embajador de Estados Unidos en España, Terence Todman. Estaba con su mujer de vacaciones en Santander, los acompañé en algunas visitas y nos hicimos bastante amigos. Luego quedamos en vernos en Madrid, pero él no tenía mucho tiempo y delegó en un alto consejero de la Embajada, Allen Smith, que resultó ser el jefe de la CIA. Lo sorprendieron controlando las conversaciones telefónicas del Rey y fue el primer agente de la CIA expulsado de España.

-¿Smith estaba en el ajo?

-El historiador Palacios cree que sí. Yo, por la conversación que tuve 24 horas antes del asalto al Congreso de los Diputados, creo que no. Yo era miembro de la comisión internacional del PSOE. En aquella época, el PSOE no tenía aprecio alguno por Estados Unidos, pero yo sí, había estudiado allí con el historiador Stanley Payne y tenía muy buena relación con la Embajada, por eso Allen Smith me frecuentaba y me invitaba a comer o a tomar una copa de vez en cuando.

-¿Para sacarle información?

-En ese momento, el asunto era la postura del PSOE ante la OTAN, los americanos querían saber si el partido se oponía o no a la entrada de España. Yo tenía entonces muy buena relación con Curro López Real, un hombre clave en el PSOE, que tuteló a Felipe González frente a Rodolfo Llopis en el congreso de Suresnes. Me contaba muchas cosas y me hablaba de las presiones de Willy Brandt para que España rechazase entrar en la OTAN porque no le interesaba a la Unión Soviética. Yo intercambiaba información con la Embajada americana, sobre todo con Smith. Y en esto ocurrió la llamada «operación De Gaulle». Veinticuatro horas antes, Smith me llama con mucha urgencia y me cita en el restaurante Mazarino, en la calle Eduardo Dato, y me dice que se está tramando una operación -nunca dijo golpe de Estado- con el consentimiento del Rey y que el organizador es Manuel Prado y Colón de Carvajal, que podría ocupar la cartera de Defensa en un Gobierno de concentración. Me pregunta qué sé yo de eso, puesto que también tenía el consentimiento del PSOE, y yo le dije que no tenía ni idea. Se lo consulté incluso a Tierno Galván y él estaba completamente in albis: «No haga usted caso de esos rumores», me dijo.

-Madrid era un hervidero de rumores ese invierno.

-Ya, pero no se decía que estuviera el PSOE implicado, se hablaba de ruido de sables.

-Y de un Gobierno de concentración.

-Sí, pero no con una operación golpista por medio. Se hablaba de una gran coalición de Gobierno como se habla ahora de un Gobierno de concentración y de suspender las autonomías: lo dicen nada menos que en la revista de Alfonso Guerra («Temas»).

-Entonces, ETA mataba sin cesar.

-«Tenemos la solución para cuando nosotros estemos en el poder», me dijo Curro López Real, «es lo que hizo De Gaulle, contratar a la mafia marsellesa para acabar con la OAS, la organización terrorista de extrema derecha». Esto me lo dijo Curro López Real, que era el hombre fuerte de la inteligencia en el PSOE y el que orientaba a Felipe en política internacional.

-Volvamos a Prado, ¿cuál fue su papel en realidad?

-Palacios no sabe muy bien e insinúa que podía ser el enlace de Zarzuela con el general Armada. Hasta ahora, ningún libro sobre el 23-F menciona a Prado. La primera vez que lo vi citado fue en el libro de conversaciones con el Rey de José Luis de Villalonga. Al propio don Juan Carlos se le escapa que aquella noche estaba su amigo Prado en el palacio de la Zarzuela. También lo destacó Ricardo de la Cierva, pero todos los demás libros lo ignoran.

-¿Qué papel le atribuye usted?

-El que me dijo Allen Smith, que tenía muy buena información porque entonces el Rey no hacía nada sin consultar a la Embajada de Estados Unidos. Yo creo que Manuel Prado, u otra persona, informó a EE UU de la intención de hacer un Gobierno de concentración.

-Un Gobierno de concentración en el que estarían todos los partidos, de Alianza Popular al Partido Comunista.

-Al único que no mencionó Smith en ese Gobierno fue a Manuel Fraga, y no me cuadra que el historiador Palacios lo sitúe como ministro de Defensa, puesto que, según Smith, sería Prado. Yo sospecho que dudaron si estaba bien visto o no poner al frente de esa cartera a un amigo personal del Rey y a última hora lo sustituyeron por Fraga, y así se integraba también a AP, porque Smith, que yo recuerde, me dijo que el Gobierno estaría formado, fundamentalmente, por socialistas e independientes, pero no Alianza Popular, y en el que Manuel Prado, que era el que había negociado todo, sería ministro de Defensa. A mí todo esto me sonaba a chino, y se lo dije a Smith: «Es la primera noticia que tengo».

-¿Y qué le dijo Smith del papel del Rey?

-Me dijo que el Rey aceptaba esa iniciativa, pero no mencionó a Armada.

-«A mí, dádmelo hecho», fue la frase del Rey, según Palacios.

-Sí. Era una operación constitucional, un Gobierno de concentración que era legítimo. Nadie sabía que iba a haber un asalto al Congreso, Smith no me dijo nada de eso. Lo que cuenta Palacios, que es el máximo especialista, es que esta operación lo que hizo fue reventar el golpe duro de Tejero y Milans.

-De lo que no hay duda es del papel de Fernández Campo.

-Sabino fue el que se dio cuenta de que si Armada iba a la Zarzuela comprometería al Rey, y se lo impidió. En principio, se vio a Armada como un mal razonable (como presidente del Gobierno de salvación) para evitar un golpe militar. Seguía un dictamen que habían encargado al bufete de Carlos Ollero y que se inspiraba en el modelo de De Gaulle de 1958.

-¿Sigue habiendo incógnitas?

-Luis María Anson reconoce que todo lo que Palacios cuenta es cierto, pero que sólo ha contado el 70%; que él sabe el resto y que algún día, a lo mejor, lo cuenta.

-Siempre enigmático.

-Pero si él ya ha contado muchas cosas, incluso lo del dictamen de Ollero. Mi única aportación es lo que me dijo un día antes del asalto al Congreso Smith: que todo lo había organizado Manuel Prado y Colón de Carvajal, el amigo personal del Rey, pero no como un golpe, sino como una operación para formar un Gobierno de concentración o de emergencia que resolviese los problemas del terrorismo: una vía técnicamente legal, pero políticamente cuestionable. La paradoja es que Tejero desmanteló toda la operación al impedir que entrara Armada.

-Francisco Laína, director de la Seguridad del Estado entonces, lamenta que se sigan «escribiendo novelas» sobre el 23-F.

-Yo me fío de Jesús Palacios, sospecho que tiene información directa de Armada. Es el mejor informado y prueba de ello es que ganó el juicio a los dirigentes del CESID que lo denunciaron por su otro libro. El libro de Palacios ha sido avalado por Stanley Payne, que es el historiador americano más fiable de la historia contemporánea española. Me fío 100 por ciento de él, es un hombre de confianza del Gobierno de EE UU e ilustra a todos los candidatos a embajadores en Madrid.

viernes, 18 de febrero de 2011

El día que comenzó la Guerra Civil


Josep Fontana*

Público

16/02/2011

Precisar el momento en que quienes conspiraban contra la República española optaron por sublevarse para derrocarla es importante para entender mejor sus motivos. La mitología del 18 de julio, que pretendía que la guerra se había iniciado como una respuesta a los abusos cometidos por el Gobierno del Frente Popular, ponía el acento en el asesinato de Calvo Sotelo, el 13 de julio de 1936, para legitimar el levantamiento militar con este suceso.

Los orígenes de la revuelta, sin embargo, hay que ir a buscarlos cinco meses antes, al domingo 16 de febrero de 1936, cuando se realizaron elecciones generales en España. La jornada electoral fue tranquila, como reconocía ABC el lunes 17: “Ha llovido copiosamente en la madrugada del domingo. Las calles aparecen encharcadas. Llovizna a la hora de abrirse los colegios y esto retrae un poco a los comodones. Luego cesa de llover, no hace mucho frío y el sol aparece a ratos. A diferencia de otras elecciones, la gente ha cargado desde mediodía. Contribuyó a ello que se propagaba por todo Madrid la noticia de que la tranquilidad era absoluta. Nada de lo que amenazaban los derrotistas tuvo confirmación. Ni huelga, ni agresiones, ni escándalos. Todo el mundo votó como quiso, con absoluta libertad. Señálase este importante detalle en honor de los españoles, porque lo mismo que en Madrid ocurrió en toda España”.

Algo más había ocurrido, sin embargo, que ABC no contaba. A las tres de la madrugada de la noche del 16 al 17, cuando las primeras noticias indicaban que podía producirse una victoria del Frente Popular, José María Gil-Robles, jefe de la CEDA, el principal de los partidos de la derecha, despertó al jefe del Gobierno, Manuel Portela Valladares, para decirle que la llegada al poder de la izquierda era peligrosa y que no había otra salida que la de que Portela siguiese al frente del Gobierno y proclamase una dictadura, para lo cual podía contar con la total adhesión de las derechas, “así como de cuantos elementos representaban la estabilidad y el orden en el país”. En vista de que Portela se mostraba indeciso, Gil-Robles se puso en contacto con el general Franco, jefe del Estado Mayor, quien se puso de inmediato a conspirar por su cuenta.

Los planes de Franco incluían aprovechar su posición en el ministerio para ordenar a las regiones militares que declarasen el estado de guerra, y adueñarse del poder con un golpe militar en la capital. Según contó el propio Franco en un texto escrito en 1944: el lunes 17 de febrero “convocó a aquellos generales que le habían expuesto en otras ocasiones su disgusto y necesidad de un movimiento para evitar que el Frente Popular se hiciese con el poder”. Contaba con los generales Goded y Del Pozo, y “con otros dos jefes de unidades armadas de cuya incondicionalidad (sic) no dudaba”. Pero “no tardaron estos generales en regresar de sus gestiones con la cabeza baja”. Los jefes de la guarnición de Madrid consideraban que la oficialidad no secundaría en frío un movimiento contra los poderes constituidos, si la Guardia Civil y los guardias de asalto no tomaban parte en él. Esta es la razón que explica que Franco hiciese todavía otro intento, tratando de convencer al general Pozas, inspector general de la Guardia Civil, para que se sumase a la sublevación.

El martes 18 de febrero Pozas acudió a ver a Portela para denunciarle “que los generales Franco y Goded están dando instrucciones desde el Ministerio de la Guerra para que los militares declaren el estado de guerra y se apoderen del Gobierno”. Portela se mostró indignado, pero no hizo nada. Lo único que deseaba en aquellos momentos era abandonar el poder cuanto antes, de modo que decidió dimitir de inmediato, sin aguardar siquiera a que concluyera el escrutinio de los votos. Muchos gobernadores civiles hicieron lo mismo y las provincias quedaron sin autoridades, con la gente echándose a la calle.

Ante semejante vacío de poder los vencedores se vieron obligados a hacerse cargo del Gobierno de inmediato, de modo que el jueves 20 de febrero se celebró el primer consejo de ministros, en una difícil situación que Azaña describía con estas palabras: “Continúan los alborotos en algunos puntos de Andalucía y Levante. En Valencia hay un lío tremendo por la sublevación de los presos de San Miguel de los Reyes. Han quemado parte del penal. Están revueltos los presos comunes y los políticos, que han caído como en rehenes de aquellos. En Alicante han quemado alguna iglesia. Esto me fastidia. La irritación de las gentes va a desfogarse en iglesias y conventos y resulta que el Gobierno republicano nace, como el 31, con chamusquinas. El resultado es deplorable. Parecen pagados por nuestros enemigos”.

En estas condiciones comenzó a gobernar el Frente Popular, mientras los militares que habían tratado de impedir que llegase al poder seguían preparándose para derribarlo cuanto antes. Lo que está claro es que el 17 de febrero de 1936, cuando Franco realizó su primer intento de sublevación militar, no había ocurrido todavía nada que lo justificase. La Guerra Civil española no se hizo ni contra los “desmanes del Frente Popular”, ni contra la inexistente “amenaza” del comunismo, sino contra el programa de reformas de unos republicanos moderados que no amenazaban más que los privilegios injustos de unas clases dominantes que obstaculizaban el progreso del país.

* Josep Fontana es historiador.

http://blogs.publico.es/dominiopublico/3044/el-dia-que-comenzo-la-guerra-civil/

** UCAR-Granada se hace eco de esta columna para recordar el 75º aniversario de la victoria del Frente Popular en las elecciones republicanas del 16 de febrero de 1936, celebrado hace un par de días.

martes, 15 de febrero de 2011

Sueño con serpientes


Federico Vaz

Granada Hoy

14/02/2011

LA canción de Silvio Rodríguez da vueltas en mi cabeza desde que en Andalucía se habla de reptiles que, como en las viejas novelas de buscadores de tesoros, silban alrededor de un botín, el hurtado al millón de parados andaluces. Un exdirector general lo llamó fondo de reptiles, dinero ponzoñoso que te pagaba la prejubilación sin jamás haber pisado la empresa que te hacía pensionista de por vida. Por las rendijas del sistema, mayores cuanto más se deteriora éste, se cuelan cientos de culebras a las que se debe un favor, o que simplemente pertenecen a una casta a la que no se deja tirada. Saurios a quienes se busca teta libre en la vaca de la Administración Pública, ofidios reptando de un cargo a otro, arrastrándose por la perversa maquinaria que inventa puestos, patronatos y fundaciones a medida para cobijar a quienes llevan décadas sin otro oficio que la política, incluso para que las crías de las serpientes no sepan lo que es el paro que afecta a la mitad de los jóvenes andaluces o los trabajos basura de los que malvive la otra mitad.

"La mato y aparece una mayor", cantaba Silvio. Cada nueva infección diagnosticada al moribundo es fruto de la anterior. El escándalo de Mercasevilla gangrena órganos vitales del PSOE andaluz; pero el monstruo ha engendrado otro mayor sacando a la luz esa manteca reptílica robada a quienes peor lo pasan. Y en el entramado de las falsas prejubilaciones, ¿quiénes se retratan junto al gobierno socialista?: Los sindicatos mayoritarios, colaboradores necesarios y accionistas de la rapiña. Así se conecta esta plaga de reptiles con otra, la que ha tomado al asalto la función pública, primero con la externalización, las administraciones paralelas como la mejor herramienta del clientelismo. Después vino la reforma por la que los cuadros con mayor perfil político acceden cómodamente al funcionariado obviando la meritocracia. Desde años atrás asistimos en empresas públicas con pedigrí a la consolidación laboral por paquetes de centenares de individuos que nunca pasaron una criba de méritos o formación. PSOE, CC.OO. y UGT han querido ser amas de llaves en la entrada y salida al codiciado tesoro de un sueldo de por vida.

Al soldado que agoniza en el campo de batalla todo se le vuelven gusanos. Andalucía asiste a un estertor, un fin de época, una descomposición total del régimen que confundió lo oficial con lo real, la política con el usufructo del Poder, la responsabilidad que éste implica con el derecho a ejercerlo. Así se ha alimentado este nudo de víboras, que por primera vez es llamado por su nombre: A una de las serpientes el resentimiento le ha hecho hablar con crudeza de otros reptiles. El Poder, ciego y en descomposición, responde con circunloquios y paráfrasis. Es un ouroboros condenado a devorarse a sí mismo por la cola.

http://www.granadahoy.com/article/opinion/904619/sueno/con/serpientes.html

domingo, 13 de febrero de 2011

"Habría que aplicar un ERE a la Casa Real"


Entrevista a Roque Hidalgo Álvarez, catedrático de Física Aplicada en la UGR y militante de la lucha por la Tercera República

"En una sociedad que valora el mérito como único mecanismo para progresar económica y socialmente mantener un vínculo de herencia es un anacronismo difícil de aceptar"

Juan Pablo Segovia Gutiérrez / José María García Labrac*
(Colectivo Encuentros Moraos)

La República

12/02/2011

El protagonista de nuestra entrevista, Roque Hidalgo Álvarez, nació en La Carolina (Jaén) un 17 de julio del año 1952. Cuenta pues en la actualidad con 58 primaveras.

Cuando se le pregunta por su infancia y juventud, remarca con especial firmeza su condición de estudiante sempiterno en centros públicos de enseñanza (Escuela Unitaria, Instituto Técnico de La Carolina, Universidad Laboral de Alcalá de Henares, Universidad de Granada).

Trabajador de la enseñanza ya en 1975, fue representante del movimiento de los PNN (Profesores No Numerarios) desde ese mismo año hasta 1979. Participó además en la fundación del sindicato de enseñanza de Comisiones Obreras en 1977.

En su currículum profesional figura que es licenciado en Ciencias- Sección Química (1975) y doctor en Ciencias -Sección Física (1979) por la Universidad de Granada (UGR). Desde 1992 es, además, catedrático de Física Aplicada en la propia Universidad granadina. Durante su larga trayectoria científica y educativa ha dirigido 21 Tesis Doctorales y ha publicado 215 artículos de investigación en revistas internacionales. Entre 1986 y 1988 fue vicedecano de la Facultad de Ciencias de la UGR, institución donde continúa impartiendo su magisterio a día de hoy.

Es miembro del comité editorial de varias revistas científicas internacionales y ha colaborado en diversos medios de comunicación alternativos, opinando particularmente sobre cuestiones educativas .

En materia política ha estado siempre vinculado al Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE), participando activamente en el movimiento de solidaridad con la Revolución Bolivariana de Venezuela, a través de la Plataforma Simón Bolívar de Granada.

En cuanto al ámbito de la causa republicana, es socio de la Plataforma Cívica por la República de Granada, veterana asociación ciudadana que integra la Coordinadora Republicana de Granada, junto a otros colectivos como el sindicato USTEA, la Plataforma de Ciudadanos por la República, la Asociación por la Verdad, Justicia y Reparación, el Partido Comunista de Andalucía (PCA) o UCAR-Granada.

Roque Hidalgo nos recibe amablemente en su despacho del campus universitario de Fuentenueva, a media mañana de una jornada de principios de febrero de 2011.

Los rayos de sol que atraviesan la ventana del despacho mitigan en parte el martilleo incesante de las obras del Metro en la cercana calle Severo Ochoa.


¿Desde cuándo milita en el movimiento republicano? ¿Cuándo comprendió que el actual régimen borbónico es perjudicial para los destinos de España?

Ser antifranquista en la época en que yo era joven era lo mismo que ser republicano. Por ejemplo, a finales de los años sesenta, nadie que fuera demócrata consideraba como salida al régimen franquista una nueva Restauración Borbónica. El golpe de estado de 1936 violentó un sistema democrático que todos los que luchábamos activamente por el fin del franquismo pensábamos sería recuperado una vez que el franquismo fuera derrotado políticamente. Aunque no son muy fiables existen encuestas realizadas a mediados de los setenta en las que se aseguraba que el 75% de la población española pensaba que la República sería de nuevo el sistema político.

¿Qué opinión le merece la institución monárquica en general, y la borbónica en particular?

Después de la Gran Guerra, también llamada 1ª Guerra Mundial, la inmensa mayoría de las monarquías existentes en Europa desaparecieron para dar paso a sistemas de gobierno republicanos. Se asociaba el régimen de injusticia social y de opresión nacional en los viejos imperios a la figura de Reyes y Emperadores. En España ese proceso se dilató unas décadas pero tuvo el mismo fin. La proclamación de la 2ª República Española fue un acto de júbilo popular como es difícil encontrar otro en la historia de España.

Se daba por finalizado un régimen político que había empobrecido a la mayoría de la población y generado unas desigualdades sociales y regionales grandísimas. Todo el mundo sabe que no existe ninguna razón racional para mantener un sistemas hereditario que se remonta a cuando el poder del Rey era "designio divino". En una sociedad que valora el mérito como único mecanismo para progresar económica y socialmente mantener un vínculo de herencia es un anacronismo difícil de aceptar.

¿Considera que se puede avanzar hacia la Tercera República utilizando los instrumentos reformadores de la Constitución de 1978?

Lo que necesitamos ahora, como decía hace unos días el profesor de Historia Josep Fontana, es un programa de reformas que beneficie a la mayoría de la población en temas económicos y frene la ofensiva neoliberal que está empobreciendo a la clase obrera e incluso a las llamadas clases medias. Lo demás se podrá resolver con un simple ERE aplicado a la Casa Real.

Como hombre de Ciencia y republicano que es, ¿nos podría dar algún retazo acerca del republicanismo presente dentro del ámbito científico durante la Segunda República?

Este tema me resulta apasionante. La clave del pensamiento racional como contrapuesto al pensamiento mágico hay que buscarla en la Institución Libre de Enseñanza (ILE) que intentó romper con el aislamiento que la ciencia española sufría a mediados del siglo XIX. Los avances que se producen la ciencia española a finales del siglo XIX y principio del XX vienen de la mano de los llamados "institucionistas". La llamada era de plata de la ciencia española es posible gracias a la labor realizada por la ILE. Son muchos los avances producidos en esos 60 años pero me gustaría citar la creación del Instituto Nacional de Física y Química que finalmente pudo ser inaugurado en febrero de 1932 bajo la dirección del profesor Blas Cabrera Felipe. Las posibilidades científicas que existían entonces eran enormes porque había verdaderos maestros en todos los campos emergentes de la Ciencia, por citar algunos: Biología molecular, Electromagnetismo, Física teórica, Química orgánica, etc. Al franquismo se debe también nuestro subdesarrollo científico y el retraso que todavía arrastramos en la innovación científico-técnica. Perdimos una oportunidad única de estar en la punta de lanza del desarrollo científico-técnico en el que se basan las económicas productivas de Europa.

Siendo usted un reconocido militante de una asociación republicana integrada en la Coordinadora Republicana de Granada, ¿Qué pasos estima necesarios para lograr una unificación del movimiento republicano en nuestra provincia?

También en el tema de la actividad política dentro del pluralismo de ideas y tácticas tenemos mucho que aprender de nuestros amigos latinoamericanos. El Frente Amplio del Uruguay agrupa a más de 30 organizaciones políticas de muy diferente tipo y tamaño. La unidad se construye día a día con el trabajo político basado en el respeto y la solidaridad, la hegemonía se logra con la gente. No creo que sea una prioridad la unificación del movimiento republicano. Un partido como Izquierda Republicana, el partido de Azaña, se creó después de la proclamación de la 2ª República. El proceso histórico a veces es más complejo de lo que pensamos a priori. Nuestra prioridad debe ser en este momento dar respuesta a los muchos desafíos que nos plantea el neoliberalismo y su inmensa capacidad de robar los escasos recursos económicos de la gente y esquilmar el planeta Tierra.

¿Cuál sería el programa de mínimos que su asociación aceptaría como documento de partida para la constitución de una plataforma unitaria de la causa republicana en Granada?

No hay programa mínimo porque la actividad de la Coordinadora Republicana de Granada está demostrando que podemos hacer muchas cosas juntos sin pertenecer todos a la misma asociación.

¿Cómo imagina usted la Tercera República Española?

La imagino como un sistema político en el que existirá participación ciudadana en las decisiones importantes que tanto afectan a nuestra vida diaria. Un sistema basado en la honestidad, el trabajo y la justicia.

P.D.: Agradecemos especialmente la colaboración y la atención del compañero y amigo Roque Hidalgo, el cual facilitó esta entrevista cediéndonos su tiempo y su palabra.

* Los autores son socios de UCAR-Granada y miembros del Colectivo Encuentros Moraos.

http://www.larepublica.es/spip.php?article23151

viernes, 11 de febrero de 2011

La I República


Carlos Etcheverría

Xornal de Galicia

08/02/2011

Dentro de pocos días se celebrará el 138 aniversario de la proclamación de la Primera República. El 11 de febrero de 1873 las Cortes españolas, reunidas en sesión conjunta y permanente del Congreso y el Senado, se erigieron en Asamblea Nacional, mientras esperaban la comunicación del rey Amadeo I de Saboya de abandonar el trono de España. Junto a la abrumadora mayoría monárquica, se sentaba en la Asamblea Nacional una minoría republicana, uno de cuyos miembros, Francisco Pi y Margall, presentó a la Asamblea la siguiente proposición: “La Asamblea Nacional asume los poderes y declara como forma de gobierno la República, dejando a las Cortes Constituyentes la organización de esta forma de gobierno.”

Otro insigne republicano, Emilio Cautelar, subió al estrado para apoyar la propuesta y pronunció estas palabras: “Señores, con Fernando VII murió la monarquía tradicional; con la fuga de Isabel II, la monarquía parlamentaria; con la renuncia de don Amadeo de Saboya, la monarquía democrática. Nadie ha acabado con la monarquía, ha muerto por sí misma; nadie trae la República, la traen todas las circunstancias, la trae una conjura de la sociedad, de la naturaleza y de la Historia.”

La división de los monárquicos (alfonsinos y carlistas) y la imposibilidad de restaurar a Isabel II, hizo que fuese la República la única salida posible, aunque solo fuera como medida provisional, en tanto reforzaban sus posiciones.

Entre encendidos aplausos, fue proclamada la República Española, por 258 votos a favor y solo 32 en contra: “La Asamblea Nacional resume todos los poderes y declara la República como forma de gobierno de España, dejando a las Cortes Constituyentes la organización de esta forma de gobierno.” Como ocurrió con la Segunda República, este pacífico cambio de régimen se vio alterado por el golpe militar del general Martínez Campos (pronunciamiento de Sagunto), proclamando rey a Alfonso XII, hijo de Isabel II.

Inmerecidamente, los borbones se sientan en un trono teñido de sangre impuesto por el dictador Franco, cuyo legado soportamos miserablemente sin otra imposición que nuestra indignidad. La monarquía es un residuo histórico incompatible con el sufragio universal.

Las dos experiencias republicanas acabaron en España bajo la fuerza militar. Tal parece que este país de resignados sigue atado voluntariamente a las cadenas; no son protagonistas de la historia que están viviendo, solo sufridores. Después de Franco, nos han vuelto a despojar de forma inicua del derecho a decidir nuestro sistema político. Y en el horizonte del futuro se fragua la continuidad del injusto, preparando la sucesión del príncipe de Asturias. Quizás ese intento resulte fallido, pues como dijo Donoso Cortés: “El destino de los borbones parece ser alentar a la revolución y morir a sus manos”.

http://www.xornal.com/opinions/2011/02/08/Opinion/republica/2011020722345000651.html

* En el día de hoy, 11 de febrero de 2011, UCAR-Granada aprovecha la publicación de este espléndido artículo para conmemorar el 138º aniversario de la proclamación de la Primera República Española, ofreciendo también una representación alégorica de la misma, afiche éste en perfecta consonancia con el cartelismo político democrático derivado de la Revolución Francesa.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Los nibelungos de la luz


Pepe Fernández

Baal

04/02/2011

La revolución popular que está recorriendo la costa sur del Mediterráneo, y que tiene toda la pinta de continuar en otros países, es la respuesta a la total falta de futuro de una juventud asfixiada por sistemas políticos corruptos, travestidos de partitocracias rudimentarias, y ensayos de democracias orgánicas, nacidos todos ellos al socaire de la descolonización y en connivencia con las ex-metrópolis. No es casual que, al igual que ocurrió con la transición en España, fueran los antiguos amos quienes legitimaran a los milicos nativos independentistas y dieran el apoyo debido al nuevo régimen a cambio de los pactos consabidos, que aseguraban los intereses de la ex-metrópoli, mientras a la nueva oligarquía se la mantenía en el poder apoyándose en su guardia pretoriana y en la gasolina de la corrupción con la que alimentaba a su minoritaria red clientelar, dejando al margen al pueblo, víctima onerosa del saqueo.

Treinta años es tiempo suficiente para que la corrupción acumulada acabe con cualquier sistema político. Llegado el agotamiento, sólo le queda al régimen la vía de la fuerza militar y de la dura represión sin contemplaciones para responder a un pueblo que, dada su penuria creciente, tiene menos que perder. España, aún salvando las aparentes diferencias, tiene en común con Egipto, Túnez y Marruecos a esa juventud excluida socialmente, con unas disparatadas tasas de paro (en Egipto el desempleo entre los menores de 30 años es similar al español), cuya posibilidad de subsistencia futura pasa necesariamente por la emigración, como así lo está recordando la TVE gubernamental, incitando a los jóvenes a aprender alemán y largarse del país, aprovechando la visita de Merkel.

Y es que en España, como en Egipto, el Régimen empieza a considerar a la juventud, al igual que cualquier conato de iniciativa popular independiente de partidos y sindicatos verticales, un enemigo del que hay que deshacerse como sea. Si en España la juventud no se ha echado a la calle por pura desesperación no es tanto, como se cree, por el colchón económico familiar, sino más bien porque un régimen partitocrático, como el español, responde con mecanismos de control social más eficaces y contundentes que un régimen autoritario norteafricano, que sólo dedica atención al pueblo cuando este se amotina y se le responde con jarabe de palo y tente tieso.

Y ésta es justo la diferencia con España: el que la Monarquía de Partidos haya sabido desactivar, como ninguno de esos regímenes afro-asiáticos, cualquier intento de rebelión civil independiente antes de que ocurra. Para ello ha ocupado el Estado como medio, para controlar la vida de la gente sin tener que recurrir al palo continuo, sino utilizando los presupuestos generales del Estado para comprar voluntades. Adueñándose y entrometiéndose en la esfera de lo privado y lo civil, ha acabado por hacer dependiente en grado total la suerte de las grandes empresas, y de los particulares en busca del momio estatal, de la decisión de un politiquillo central, autonómico o municipal. El Régimen ha convertido al pueblo en su reflejo, lo ha hecho tolerante con la corrupción y la inmoralidad, pervirtiendo la educación, acabando con cualquier asomo de independencia de los medios de comunicación -risible ver a Pedro Jota ayer soplándole unas preguntas pactadas a un perdido y senil Rajoy-, evitando por todos los medios cualquier control independiente, sobornándolo y, lo peor, haciendo moralmente ejemplar tal soborno.

La ruina en lo económico no es más que la ruina de una sociedad civil que no sabe funcionar por sí misma sin las subvenciones y la corrupción sembradas por la partitocracia que la envenena. A diferencia de Egipto, donde la densidad poblacional y la dejación del Estado los ha llevado a organizarse por su cuenta, en España no hay iniciativa u organización, cualquiera que ésta sea, que no esté infiltrada por la partitocracia. Ir en contra de esto es condenarse a la marginación, bien lo saben los lobos esteparios expulsados de la Universidad Feudal. En España no habrá una revolución norteafricana, pero si habrá una revolución del oportunismo: cuando los partidos políticos no tengan que repartir más que miseria, como está pasando, los nibelungos de la luz saldrán de sus catacumbas.

domingo, 6 de febrero de 2011

El estrago



Antonio Álvarez-Solís*

Gara

04/02/2011

Al hilo de las declaraciones de José Bono, presidente del Parlamento español, en las que afirmaba que el Estado de las autonomías fue un error que aún se puede corregir, el autor analiza las raíces del embrollo y plantea una solución en «otro horizonte». Defiende la necesidad de un partido republicano fuerte y «heredero de la conciencia regeneracionista que siempre tuvo la República en España», y la necesidad de un tránsito revolucionario «para pasar del no-ser otra vez al ser».

«Estrago: Daño hecho en guerra, como la destrucción de un país»

Y dice el Sr. Bono: «El café para todos -es decir, la creación del Estado de las Autonomías- fue una invención de los estrategas del momento. Fue una salida, pero probablemente no fue una solución. Fue un «error» que aún se puede corregir». Pero ¿fue sólo un error? ¿No estamos ante un estrago? Aclara el Sr. Bono que cuando acabó la dictadura el Ejército no estaba dispuesto a que la Constitución reconociera el derecho al autogobierno por parte del País Vasco y de Catalunya y que por tanto hubo que suavizar esta pretensión disolviéndola en el mar de las autonomías.

O sea, se procedió ante la posibilidad bélica de una sublevación mediante el frívolo diseño de un Estado absolutamente artificial. Repitamos ahora la frase del extraño Sr. Bono: «Un error que aún se puede corregir». Mas no insinúa siquiera cómo. ¿No estamos ante un estrago? Manejemos los datos fundamentales: se sale de Franco con una monarquía de origen franquista, se crea un Estado a sotavento de los militares, se trocea urgentemente en comunidades autónomas la vieja España compacta, se falsifica al mismo tiempo el problema histórico de Euskadi y Catalunya y se entrega todo clamorosamente revuelto a un socialismo que ha renunciado a su origen. En esto consiste el estrago que luego se profundiza con una dura represión del nacionalismo vasco y del catalán mientras las viejas regiones rompen a caminar con pies planos y se engendra un singular anarquismo institucional.

El embrollo es fenomenal. Pero el Sr. Bono resuelve el nudo gordiano con un tajo rotundo: esto tiene arreglo. Mas insistamos: ¿qué arreglo? ¿Una segunda transición a cargo del Partido Popular? Dudo que el Partido Popular conciba siquiera una posible autodeterminación de vascos y catalanes, epicentro del enredo. Y mi duda aumenta si se tiene en cuenta la nueva sociedad de castas de poder que se ha creado en las antiguas regiones mediante las autonomías inventadas en la Constitución de 1978. La calificación de «estrago» para todo esto parece razonable. Sí, debe haber una salida. Pero ¿a qué precio esta salida? De cualquier forma habrá que pagarlo. Habrá que decir a un país de mente simple como es España que la paz pasa por que Catalunya y Euskadi sean reconocidas como no-España. Ciertamente esto resolvería una guerra que ahora va de la llama al brasero y del brasero a la llama y permitiría la reunificación de la España genuina suprimiendo las ridículas fronteras autonómicas que hacen, por ejemplo, de La Mancha dos Manchas y de León un añadido doliente de Castilla. Lo eficaz parece ser esto.

Mas para trasponer tal frontera habrá que convencer a la guardia civil de que el duque de Ahumada no era un caballero aceptable por su visión del orden público y al Ejército de que su papel ya no está en la acción interior. Difícil convencimiento, pero puede encargarse de su logro a la Unión Europea de Alemania y a los Estados Unidos de Norteamérica. Todo es cuestión de un renovado mercadeo de minorías dirigentes. O de un simple apercibimiento para que no jueguen con los aparatos explosivos. Ahí está quizá y para España la única utilidad de la globalización. No sé si lo verá así el Sr. Bono, que ya no parece estimar posible, creo, como lo estima posible aún el Sr. Rubalcaba, cantar las cuarenta solamente con un rey y una sota de bastos. El juego exige las cartas ciertas. ¿Y se repartirán esas cartas?

Planteadas así las cosas hay que buscar la solución en otro horizonte. Hace falta que surja una organización política capaz de hacer la torta correspondiente sin volver a enharinar la masa ¿Un partido republicano fuerte y heredero de la conciencia regeneracionista que siempre tuvo la República en España? Creo firmemente que se trata de eso. Un partido republicano que nazca sin engastes de personalidades corruptas o sospechosas de corrupción; que aparezca limpio de herencias con mala raíz; que acepte el renovado horizonte de un protagonismo verdadero de las masas; que sepa que España ha de ser ajustada territorialmente a lo que verdaderamente es a fin de ganar calado ideológico, solidez intelectual y capacidad de autoafirmación sin necesidad del residuo colonialista.

La actual ebullición política, producida en un caldero mucho más reducido de lo que creen quienes lo manejan, ha de aplacarse posiblemente ampliando el ámbito político a la calle. Y esta operación he de realizarse ofreciendo al colectivo de ciudadanos una implicación sugestiva, capaz de despertar a la calle para liberarla por un lado de su soslayo cansino y lograr, por otro, que la acción política sea inteligible y tenga una meta asumible en el término útil de una generación. No puede repetirse un día y otro la invitación a futuros borrosos y lejanos y pretender que el pueblo se embarque en esa nave desarbolada de toda satisfacción inmediata. La contemplación de gobernantes que únicamente tienen en su óptica cotidiana al adversario como ocupante del poder ha producido en la calle una fatiga infinita. En este momento en que el desastre económico prima sobre otras urgencias el ciudadano ve como se le ofrecen orillas que no figuran en su posibilidad vital; siente como la acción cultural se empobrece; constata como su posibilidad de bienestar es una pura facecia sin gracia alguna. De esta situación hay que salir por una calle repleta de esperanza, que atraiga a la masa, que anime el corazón abatido.

Sr. Bono: no se puede decir a la gente una y otra vez en qué consiste la equivocación sin añadir cómo ha de ser la enmienda. Posiblemente usted no se atreva a indicar caminos concretos para canalizar nuevos entusiasmos populares porque usted y los suyos no caben en esos caminos. Ustedes son agentes, queriéndolo o no, del gran fracaso que vive la sociedad española. Les repugnan las autonomías, pero las autonomías les han hecho dirigentes. Les encoge el naufragio económico, pero se negaron a confesar que estaba aconteciendo porque no tenían valor para declarar que el sistema ya no era posible y era ese sistema el factor indudable del quebranto. Les abate el desastre del Estado, pero no pueden corregir ese desastre porque están encerrados en un Reino cuyas raíces impiden esperar otro fruto. Ustedes no hacen otra cosa que arrepentirse todos los días, cubrir de falsa ceniza sus cabezas, pero no pueden desmontar del tigre que han cabalgado. No nos digan, pues, que hay futuros mejores porque necesitamos presente.

Gobernar es gobernar el hoy y preparar un mañana accesible y, sobre todo, inmediato, ya que a largo plazo, como decía lord Keynes, estaremos todos muertos. Quizá del planteamiento de esta exigencia deduzca algún lector temeroso que hablamos de crear un ambiente revolucionario. Pues sí. La revolución constituye ese tránsito necesario para pasar del no-ser otra vez al ser. Pero la revolución es siempre o casi siempre, si se sabe protagonizarla, un camino saludable que no tiene por qué teñirse con violencia innecesaria. En este sentido todo depende del contrarrevolucionario. La República siempre tuvo en España perfil revolucionario, pero no fue el origen de la sangre habida en torno a ella. Estas cosas son constatables simplemente con leer y meditar los documentos rigurosos de la época.

Si al futuro se le abre un camino claro la ciudadanía marcha por él como en una fiesta. Pero para que el camino sea claro es preciso aceptar el compromiso radical con la libertad y el saber apartarse a tiempo para que lo nuevo no se desborde por cauces indeseables. O sea, Sr. Bono, que hay enmienda al inmenso error del 78. Por ejemplo, usted ha de admitir que está siendo parte notable de ese error.

http://www.gara.net/paperezkoa/20110204/246662/es/El-estrago

* Antonio Álvarez-Solís (Madrid, 1929) fue redactor-jefe del diario La Vanguardia, fundador del semanario Por Favor y primer director de la revista Interviú. En la actualidad colabora con el periódico abertzale Gara.

viernes, 4 de febrero de 2011

El botín franquista no se toca


Isaac Rosa

Público

31/01/2011

“En toda condena se impondrá, necesariamente, sanción económica: pérdida total de bienes, pago de cantidad fija, o pérdida de bienes determinados.” -Artículo 10 de la Ley de Responsabilidades Políticas de 1939- .

Ya les he hablado alguna vez de Cecilio Gordillo, agitador político y social que desde Sevilla lleva años peleando para que el debate sobre la memoria no se cierre en falso, y sobre todo para que tenga consecuencias.

A Cecilio y sus compañeros del Grupo de Trabajo Recuperando la Memoria de la Historia Social de Andalucía de CGT debemos algunas de las iniciativas más valiosas en la materia, como el proyecto Todos los Nombres, la recuperación del Canal de los Presos, y numerosas investigaciones, homenajes y recogida de testimonios, que han forzado a las administraciones a dar pasos como la reciente reparación a las mujeres víctimas de la violencia franquista.

Me cuenta Cecilio una de las próximas acciones del Grupo: el Proyecto Rapiña, que hinca el diente a uno de los capítulos menos conocidos de la dictadura, y sobre el que las iniciativas institucionales han pasado siempre de puntillas: el robo que en forma de expolio, incautaciones, expropiaciones y pillaje sufrieron los republicanos a manos del Estado y sus colaboradores, tanto al calor de la guerra como ya en los ‘años de la victoria’, aprovechando la represión y el miedo.

Por supuesto la floja ley de memoria histórica pasó de largo sobre un tema que nadie quiere remover, porque una cosa es desenterrar fosas o poner placas, hasta ahí vale, pero denunciar a quienes (empezando por el propio Estado) se quedaron con dinero, bienes, patrimonio, tierras, cosechas, eso son palabras mayores, con eso no se juega.

Imagino que el Proyecto Rapiña, que pretende poner en común las investigaciones existentes pero también recoger testimonios, pondrá nervioso a más de uno. El botín franquista está enterrado más profundo aún que los asesinados, y aunque se ha reparado a partidos y sindicatos, nadie se atreve a alumbrar lo sucedido con los particulares, no sea que alguien quiera recuperar lo suyo, pero también por si nos enteramos de quiénes son aquellos que levantaron o agrandaron su fortuna a costa del gran robo legalizado y escriturado que fue el franquismo.

miércoles, 2 de febrero de 2011

España no fue Túnez


Pedro A. García Bilbao*

Sociología Crítica

02/02/2011

Hemos tomado un artículo sobre Túnez escrito por Sadri Khiari —«La revolución de la dignidad», publicado en rebelion.org, el 21/01/2011— y hemos hecho un juego sencillo: sustituir «Ben Ali» por «Franco» y «tunecino» por «español». El resultado es estremecedor. La miseria de la transición española queda al descubierto: la impunidad del franquismo, la pervivencia en el poder de las clases sociales que se beneficiaron de la dictadura y la monarquía impuesta son el resultado. Los tunecinos —y tampoco los egipcios— no desean el modelo español de transición, supondría un fraude, una derrota de la democracia y las esperanzas de libertad. El artículo de Khiari expone la realidad de una dictadura miserable que fue derrotada por la valentía de un pueblo que salió a la calle y un día dijo basta. El artículo que presentamos ahora es el mismo que hubiera podido ser escrito en el verano de 1977 si el gobierno Suárez se hubiera visto obligado a dimitir si la oposición se hubiera negado a participar en la mascarada de las elecciones de aquel año y las movilizaciones en la calle hubieran continuado. No fue así, el PSOE y el PCE de Santiago Carrillo pactaron con los herederos del régimen y apoyaron la monarquía impuesta. Esa fue la historia verdadera. ¿Hubiera podido ser distinto? Para que lo hubiese sido habría que haber sabido decir no a Suárez y al Rey y haber mantenido la presión en la calle. Quizás las cosas hubieran sido distintas. Hoy nuestros hermanos árabes, y me siento feliz al escribir esto, nos están dando una lección maravillosa de lucha por la libertad y la dignidad. Sadri Khiari empleó estas palabras para hablar de Túnez, permitidme que las tome para hablar de la España que pudo ser y no fue.

Hoy, como todos los días desde la muerte de Franco, me he hecho veinte veces la misma pregunta: ¿Cómo explicar una sacudida tan profunda en España –famosa por la «estabilidad» de su dictadura- y la caída repentina del régimen de quien llevó las riendas con mano de hierro apenas un año y medio después de su muerte?

Hay miles de explicaciones posibles. Pero me quedo con una. La más importante desde mi punto de vista: el poder de la camarilla mafiosa que rodeaba al extinto dictador no se basaba en ningún mecanismo de consenso o de consentimiento. En otras palabras, carecía de cualquier autoridad moral sobre la población. Y ningún sistema político puede resistir a una ausencia absoluta de autoridad moral. Incluso entre los sectores privilegiados de la población, incluidos los que se beneficiaban directamente del régimen de Franco, él mismo, su esposa o sus allegados sólo suscitaban el temor y el desprecio más absoluto.

Desde su llegada al poder en 1936, Franco se dedicó a construir una gigantesca maquinaria de represión, de divisiones, de control y de clientelismo de la población. Tras el final de la guerra a veces se hablaba en los periódicos extranjeros de la detención de militantes políticos o de dirigentes sindicales, de la tortura practicada a los opositores, de las intimidaciones brutales cuyo objetivo eran los defensores de los derechos humanos. Pero lo más importante de la actuación policial estaba en otra parte: afectaba a la mayoría de la población sometida a una presión policial constante, la de los servicios del Ministerio de la Gobernación, por supuesto, pero además la de las múltiples milicias [Falange, guardia de Franco, Guardia Civil, Somatenes, Policía Armada] y cuerpos represivos del Movimiento Nacional, del que Adolfo Suárez fue secretario General, que no fue un partido como los demás, sino un anexo del Estado encargado de dividir, vigilar, castigar, sobornar, corromper o chantajear a cualquier persona de cualquier ámbito social. A esas instituciones represivas que su versión policial hoy aun no se han depurado, hemos de añadir las estructuras de la administración, la cual se supone que está al servicio de los ciudadanos y sin embargo sólo servía, hasta ahora, como transmisora del poder y de las directrices de las cumbres del Estado. En otras palabras, dichas estructuras han desempeñado el papel de órganos de represión, división vigilancia y sometimiento. El funcionamiento del ministerio de Justicia es ejemplar en este sentido. El aparato del estado sigue siendo el mismo y no parece que deseen cambiarlo.

No se trata de acusar a todos los funcionarios, la mayoría del tiempo buenos ciudadanos mal remunerados que trabajan en condiciones desastrosas y están sometidos ellos mismos a la omnipotencia de sus superiores. Se trata de señalar la capacidad del sistema policial para convertir a todos y cada uno en cómplices y en la voz de su amo.

Que nadie se confunda: la mecánica policial y burocrática establecida por Franco no tenía como único objetivo suscitar el miedo y la obediencia. Tenía la finalidad, mucho más perniciosa y mucho más eficaz que el miedo, de asesinar en cada individuo aquello que le hace humano. Franco construyó un inmenso aparato destinado a romper la dignidad de los españoles; desarrolló una formidable tecnología de la indignidad. El compromiso o incluso la complicidad, la corrupción, los miles de chanchullos vergonzosos a menudo imprescindibles para sobrevivir o simplemente para vivir en paz, fueron, entre otros, los mecanismos de la construcción sistemática de la indignidad. El absoluto desprecio del poder hacia el pueblo necesitaba que toda la sociedad lo sufriese en primera persona y todas las personas lo sintiesen por sus semejantes y por sí mismos.

Repito: la represión y el miedo nunca habrían bastado para preservar un poder que no disponía de ninguna autoridad moral. A falta de una legitimidad de esa naturaleza, Franco y su banda de delincuentes hicieron otra elección: destruir la moral, romper la solidaridad, abolir el respeto, generalizar el desprecio, humillar, humillar y seguir humillando. No sois nada, nunca seréis nada, hombrecillos, ése es el mensaje social y moral del régimen de Franco. Fraga, aceptablemente elitista, consideraba que los españoles no eran más que «partículas de individuos» que él se encargaría de convertir en una nación. Franco hizo la apuesta contraria, convertir la nación en partículas de individuos. Esa apuesta ha fracasado porque la nación rechazó convertirse en partículas. El lodo del palacio de El Pardo nunca consiguió sumergir al conjunto de España.

Desde mi punto de vista hablar de la miseria, las dificultades sociales, la necesidad abstracta de libertades democráticas o incluso de la represión como simple fábrica del miedo o de la sumisión, sólo permite comprender una pequeña dimensión de los acontecimientos que se desarrollan desde este invierno de 1977 en España. Joseba Elosegui, el veterano gudari que vivió el bombardeo de Guernica y se arrojó envuelto en llamas a los pies de Franco en Anoeta, no intentó suicidarse de forma tan horrible por una locura transitoria ante las humillaciones diarias que la dictadura infligía al pueblo vasco y al español. Se prendió fuego porque, resonaban en su alma de resistente el escupitajo de José María de Areilza años atrás —acordémonos de aquello de «Euskadi ha muerto porque lo hemos matado»— y que resumía muy bien lo que el régimen de Franco nos decía todos los días: la República fue aplastada para siempre y haremos de vosotros lo que queramos. Elosegui, cuyo ejemplo hoy nos sirve de inspiración a todos, muy ciertamente, estaba harto del victimismo nacido de la derrota de 1939. No podía soportar haber dejado de ser un ser humano. Su ejemplo nos acompaña; todos pensamos en él; todos nos identificamos con él, incluso cuando la mayoría de nosotros nacimos después de la guerra. La fuerza motriz de la revolución española no tiene otro objetivo, al derrocar la monarquía impuesta por el dictador, que devolver a nuestro país la dignidad que el fascismo triunfador de 1939 le arrebató.

Las movilizaciones y protestas masivas que han causado la caída de Suárez ¿qué buscaban? ¿Los españoles han reivindicado sólo aumentos salariales? ¿La libertad de prensa? ¿Nuevas leyes? No, en primer lugar han expresado su dignidad; han afirmado que su dignidad exigía el fin de la impunidad del franquismo y sus continuadores. Y lo han conseguido. Si Suárez y el Rey Juan Carlos lo hubiesen entendido no habrían perdido su tiempo haciendo concesiones que sólo eran concesiones desde su punto de vista: la amnistía a cambio de reconocer que el franquismo fue legal, la figura del Rey intocable, el acceso a la televisión y la prensa pero sin un sólo periódico o radio en manos de la oposición, unas elecciones generales con los ayuntamientos todavía en manos fascistas y sin que los republicanos se pudieran presentar y mil propuestas grotescas más. ¡Dos años más con los ayuntamientos en manos de los partidarios del Régimen y con la monarquía cómplice en el poder! Grotesca transición la que nos proponían. Lo que está en juego es la pervivencia del franquismo con su impunidad, lo que representaría una democracia trucada ¡Es imprescindible un gobierno de unidad de toda la oposición y elecciones libres ya, además de la destitución inmediata de todos los ayuntamientos del régimen!

¿Ya ha acabado todo? Por supuesto que no. La efervescencia revolucionaria no se ha extinguido. Por todas partes la dignidad sigue luchando contra la indignidad. El pueblo español ya no está compuesto por individuos que resisten, mal que bien, para preservar su cualidad de seres humanos; es un cuerpo colectivo al que horroriza la idea de que los antiguos hombres del régimen de Franco reconvertidos ahora en juancarlistas y algunos políticos, impacientes por repartir la tarta del poder, le priven de su victoria. El pueblo español sólo confía en sí mismo y tiene razón. El segundo acto de la revolución tiene como desafío la disolución de las instituciones establecidas por el antiguo secretario general del Movimiento, Suárez, –en primer lugar la UCD- y la elección democrática de una asamblea constituyente que devolverá al pueblo la soberanía política de la que está privado desde hace decenios. Después, ya veremos.

Nota: la hipótesis del artículo se basa en que los intentos de Suárez de pactar con la oposición la impunidad de los franquistas y la monarquía fracasaron por la negativa de los partidos y organizaciones populares. Al no poder convocar las elecciones de 1977, el proyecto de reforma e impunidad fracasó y tras varios meses de movilizaciones populares masivas, la presión extranjera —estadounidense sobre todo— temerosa de una desestabilización a la portuguesa, forzó un gobierno de transición que convocó elecciones realmente libres.

http://dedona.wordpress.com/2011/02/02/espana-no-fue-tunez-pedro-a-garcia-bilbao/

* El sociólogo Pedro A. García Bilbao es vicepresidente de la Plataforma de Ciudadanos por la República y miembro de la Federación Estatal de Foros por la Memoria.